jueves, 25 de junio de 2015

Libretas y cuadernos


   Me obsesionan las libretas y los cuadernos. Al fin y al cabo, un cuaderno en blanco es algo tan puro, inmaculado, abierto a tantas posibilidades… un cuaderno en blanco evoca sueños de creatividad, uno se pone a pensar en todos los bocetos que hará en él, en las vivencias que anotará, las recetas que atesorará, sientes el placer infantil de tener un cuaderno nuevo y empiezas a pensar en diarios románticos donde con pluma y letra fantástica se cuentan historias, leyendas y viajes con sus mapas…en como ese precioso cuaderno será la envidia de…de…de…

   Si, cuadernos maravillosos, pero que al menos en mi caso, han permanecido en los estantes tal y como llegaron el primer día: vírgenes e inmaculados. Son demasiado perfectos, me da miedo estropearlos con algo indigno. Ese cuaderno es demasiado bueno para apuntar el teléfono del dentista o llevarlo a un curso (mejor compro otra libreta), ese cuaderno ha sido diseñado para algo grande… cuando ocurra… Y da igual, cuando ocurra seguramente seré demasiado perezosa como para plasmarlo en el cuaderno. De este modo, cuando me he puesto a reducir mis posesiones, he contabilizado con consternación mas de 40 libretas sin usar. De todo tipo, papel reciclado, papel normal, con flores incrustadas, de varios grosores, de varios tamaños, de oficinista, escolares, de contabilidad, mini-libretitas monísimas, de hojas perforadas,…

   Y sin embargo, contare una anécdota. El viaje mas importante que he realizado en mi vida fue a Japón, era el viaje con el que siempre había soñado y quería atesorarlo al máximo. Semejante viaje se debería merecer el más fino cuaderno, unos de esos cuadernos virginales de pastas doradas con filigranas y… me lleve una humilde libreta escolar que acabó llena de pegatinas, sellos, garabatos, dibujos… pintarrajeada de arriba abajo, con restos de caramelo y gotas de aceite. Los bordes de las tapas están doblados y tiene muchas paginas sin escribir, y otras llenas de incongruencias. Mi libreta no era una de esas virginales princesitas perfectas que me daba miedo estrenar, era una libreta sencilla que actualmente tiene mayor valor para mi que la mejor de las Moleskine que acumulé sin sentido. Lo importante no era el cuaderno, si no que había realizado libremente un sueño (ir a Japón). Así llego el despertar: no entrara otra libreta en casa si hay una sin usar.

  • Una libreta siempre conmigo: Es “la libreta”, siempre va en el bolso, y ahí apunto mis ideas cuando estoy lejos de mi ordenador, garabateo cuando me apetece, apunto direcciones, teléfonos, canciones que escucho, tareas, listas, recordatorios, esquemas de futuros posts. Es mi “inbox” de viaje, y por mas que lo he intentado no ha podido ser sustituido por el teléfono. Suele ser una libreta pequeña, con goma, y en el canto apunto la fecha de estreno.
  • Digitalización: Las recetas de cocina se van al Evernote (todas las hojas sueltas y cuadernos con recetas han sido apuntadas y eliminadas, ahora las nuevas recetas van directamente allí), al igual el seguimiento de los proyectos, los apuntes, los resúmenes de libros, y demás los gestiono en el ordenador. Ese cuaderno tan mono que empecé para apuntar las claves de un curso también fuera. Digitalizo lo máximo posible.
  • Alternativas mas ecológicas: La mayoría de listas de tareas las gestiono con el ordenador, pero aun me gusta la sencillez que da un lápiz y un folio para ciertos ejercicios : Si vas a hacer un mapa mental para tu proyecto, puedes hacerlo en dos folios grapados que puedes archivar con facilidad, para hacer la lista de la compra vale cualquier papel. Si vas a realizar unos bocetos, puedes hacerlo en la cara trasera de cualquier folio usado,
La idea clave que quiero compartir con esta reflexión es que en mi caso, los cuadernos bonitos no eran mas que creadores de ilusiones, eran cosas bonitas que acumulaba para “cuando llegara la ocasión” y su presencia representaba un vacío, no había nada suficientemente digno para emplearlos, solo representaban insatisfacción personal y una falta absoluta de control. Con una mezcla de pena y alivio, las he ido regalando  (las libretas y los cuadernos siempre son bien recibidos). Y por seguro, a mi próximo viaje me llevare la primera libreta usada que me encuentre.

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