Hace algo más de un mes planteé el reto "El dinero es mi amigo".
Mi objetivo a largo plazo es tener una relación sana con el dinero y
eso incluye despojarme de ideas o creencias erróneas adquiridas a lo
largo de los años que pueden entorpecer consciente o inconscientemente
la entrada de dinero en mi vida. Este reto es un pasito más para mejorar
esa relación.
Cumplimiento del reto
El reto consistía en prestar atención a todo lo que escuchara, leyera o
pensara sobre el dinero y la gente rica para identificar prejuicios y
falsas
creencias. Cada vez que detectara alguno de ellos, a modo de antídoto,
tenía que decirme a mí mismo "¡El dinero es mi amigo!
Puedo decir que he cumplido el reto ya que he permanecido siempre alerta
a cualquier afirmación que se dijera a mi alrededor sobre el dinero y
la gente rica o que yo mismo pensara. Creo que será difícil
"desacostumbrarme" y dejar de prestar atención a este tema. Cuando
terminó el reto "Un mes sin yo" que planteaba Elisa Erbali en su blog "No quiero otro pijama"
me pasó algo parecido; había que tomar conciencia del lenguaje que
empleamos e intentar no usar la palabra "yo". Al terminar el reto,
seguía con la antena puesta, no lo podía evitar.
Entorno próximo
He observado que en mi entorno más cercano de amigos y compañeros de
trabajo - y creo que se puede hacer extensible a buena parte de la
sociedad - hay un resentimiento generalizado hacia los políticos, los
banqueros y el dinero que manejan. La idea preponderante es que tanto
los unos como los otros ejercen su profesión sin escrúpulos con el único
fin de conseguir dinero, y que se confabulan unos con otros para
robarnos a los ciudadanos. Son innumerables las frases que he escuchado
en este sentido: todos políticos/banqueros son unos ladrones, todos los
políticos están comprados por los banqueros, a los políticos/banqueros
no les importa la gente solo el dinero, los políticos/banqueros se han
hecho ricos a costa de hundir al pueblo y un largo etcétera.
Me indigna como al que más cualquier caso de corrupción, pero creo
sinceramente que no se puede generalizar. Hay que castigar con
ejemplaridad a los que roban, máxime cuando se trata de dinero público.
Pero no se puede tildar de nada a un colectivo porque haya unas cuantas
manzanas podridas. No creo que el porcentaje de ladrones entre políticos
y banqueros sea distinto del que hay en cualquier otra profesión.
Otro tema recurrente es la lotería. Para mucha gente parece que la única
manera de hacerse rico, o de conseguir una buena suma de dinero y, por
tanto, solucionar todos sus problemas y dejar atrás su miserable vida es
ganar el cuponazo, la primitiva o la bonoloto. He leído y escuchado
frases para aburrir: si me tocara la lotería me compraría tal o cual
coche o tal o cual moto, si me tocara la lotería me compraría un
apartamento, si me tocara la lotería arreglaría la casa, si me tocara el
euromillón (o como se llame) iba a trabajar Rita La Cantaora... Aunque
en principio no parecen frases negativas, sí lo son en el fondo ya que
dan por sentado que la manera de alcanzar una situación económica
favorable que permita llevar una vida cómoda y hacer lo que queremos es
algo tan fortuito como ganar en un juego de azar.
No creo en la suerte, todos podemos alcanzar la meta que nos propongamos en la vida, solo hace falta esforzarse y no tirar nunca la toalla. Hacer dinero no es cuestión de azar; en un país democrático y con una economía de mercado cualquiera tiene las oportunidades para crear riqueza, querer es poder.
No creo en la suerte, todos podemos alcanzar la meta que nos propongamos en la vida, solo hace falta esforzarse y no tirar nunca la toalla. Hacer dinero no es cuestión de azar; en un país democrático y con una economía de mercado cualquiera tiene las oportunidades para crear riqueza, querer es poder.
Pensamientos propios
Me he dado cuenta que me quejo mucho sobre el precio de las cosas. Me he
sorprendido a mí mismo con frases como... "Portugal es muy caro,
pensaba que sería más barato que España", "el gasoil está muy caro", "el
carrito de la compra sale muy caro", "publicar un libro es muy caro" y
muchas más.
Curiosamente no me quejo sobre el precio de la ropa y el calzado. Compro
poca ropa, de buena calidad y que, en principio, puede suponer un
desembolso importante; pero que después me pongo con mucha frecuencia y
queda más que amortizada.
Quizás la solución a mis prejuicios sobre lo caras que están ciertas cosas sea asumir mayor control sobre ellas, igual que hago con la ropa, tomar decisiones conscientes y muy meditadas, y pensar a largo plazo.