lunes, 20 de julio de 2015

El dinero es mi amigo

Hace algo más de un mes planteé el reto "El dinero es mi amigo". Mi objetivo a largo plazo es tener una relación sana con el dinero y eso incluye despojarme de ideas o creencias erróneas adquiridas a lo largo de los años que pueden entorpecer consciente o inconscientemente la entrada de dinero en mi vida. Este reto es un pasito más para mejorar esa relación.

Cumplimiento del reto

El reto consistía en prestar atención a todo lo que escuchara, leyera o pensara sobre el dinero y la gente rica para identificar prejuicios y falsas creencias. Cada vez que detectara alguno de ellos, a modo de antídoto, tenía que decirme a mí mismo "¡El dinero es mi amigo!
Puedo decir que he cumplido el reto ya que he permanecido siempre alerta a cualquier afirmación que se dijera a mi alrededor sobre el dinero y la gente rica o que yo mismo pensara. Creo que será difícil "desacostumbrarme" y dejar de prestar atención a este tema. Cuando terminó el reto "Un mes sin yo" que planteaba Elisa Erbali en su blog "No quiero otro pijama" me pasó algo parecido; había que tomar conciencia del lenguaje que empleamos e intentar no usar la palabra "yo". Al terminar el reto, seguía con la antena puesta, no lo podía evitar.

Entorno próximo

He observado que en mi entorno más cercano de amigos y compañeros de trabajo - y creo que se puede hacer extensible a buena parte de la sociedad - hay un resentimiento generalizado hacia los políticos, los banqueros y el dinero que manejan. La idea preponderante es que tanto los unos como los otros ejercen su profesión sin escrúpulos con el único fin de conseguir dinero, y que se confabulan unos con otros para robarnos a los ciudadanos. Son innumerables las frases que he escuchado en este sentido: todos políticos/banqueros son unos ladrones, todos los políticos están comprados por los banqueros, a los políticos/banqueros no les importa la gente solo el dinero, los políticos/banqueros se han hecho ricos a costa de hundir al pueblo y un largo etcétera.

Me indigna como al que más cualquier caso de corrupción, pero creo sinceramente que no se puede generalizar. Hay que castigar con ejemplaridad a los que roban, máxime cuando se trata de dinero público. Pero no se puede tildar de nada a un colectivo porque haya unas cuantas manzanas podridas. No creo que el porcentaje de ladrones entre políticos y banqueros sea distinto del que hay en cualquier otra profesión.

Otro tema recurrente es la lotería. Para mucha gente parece que la única manera de hacerse rico, o de conseguir una buena suma de dinero y, por tanto, solucionar todos sus problemas y dejar atrás su miserable vida es ganar el cuponazo, la primitiva o la bonoloto. He leído y escuchado frases para aburrir: si me tocara la lotería me compraría tal o cual coche o tal o cual moto, si me tocara la lotería me compraría un apartamento, si me tocara la lotería arreglaría la casa, si me tocara el euromillón (o como se llame) iba a trabajar Rita La Cantaora... Aunque en principio no parecen frases negativas, sí lo son en el fondo ya que dan por sentado que la manera de alcanzar una situación económica favorable que permita llevar una vida cómoda y hacer lo que queremos es algo tan fortuito como ganar en un juego de azar.
No creo en la suerte, todos podemos alcanzar la meta que nos propongamos en la vida, solo hace falta esforzarse y no tirar nunca la toalla. Hacer dinero no es cuestión de azar; en un país democrático y con una economía de mercado cualquiera tiene las oportunidades para crear riqueza, querer es poder.

Pensamientos propios

Me he dado cuenta que me quejo mucho sobre el precio de las cosas. Me he sorprendido a mí mismo con frases como... "Portugal es muy caro, pensaba que sería más barato que España", "el gasoil está muy caro", "el carrito de la compra sale muy caro",  "publicar un libro es muy caro" y muchas más.

Curiosamente no me quejo sobre el precio de la ropa y el calzado. Compro poca ropa, de buena calidad y que, en principio, puede suponer un desembolso importante; pero que después me pongo con mucha frecuencia y queda más que amortizada.
 
Quizás la solución a mis prejuicios sobre lo caras que están ciertas cosas sea asumir mayor control sobre ellas, igual que hago con la ropa, tomar decisiones conscientes y muy meditadas, y pensar a largo plazo.

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